En la senda de la divinidad absoluta
- charcuelsenglar
- Feb 7, 2015
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MARC / ARD fútbol. Barcelona 8/2/15 – 12:00h

Su evolución hacia la perfección se vió entorpecida hace un año y muchos meses. A principios de 2013 se inició un martirio de lesiones que frenaron en seco el desarrollo constante del futbolista total que representa Leo Messi, donde también hubo una involución del colectivo y una variación del contexto donde desarrollar su mejor fútbol. Desde entonces, no volvió a mostrar el 100% de su mejor versión de forma regular, hasta este inicio de 2015, gracias a su puesta a punto en estos últimos meses y a la mejora grupal del equipo.
Es como que tiene prisa por volver a demostrar que no tiene rival, que no hay nadie en el mundo del fútbol que le pueda hacer sombra, como que tampoco lo hubo en antaño. También, puede que se haya puesto manos a la obra para intentar volver a enterrar esas críticas, interrogantes o dudas sobre si es o ha sido mejor que otros futbolistas de su época (Cristiano Ronaldo). O, es que ¿quiere recuperar el FIFA balón de oro? O, ¿es que ha cambiado el contexto para desarrollar su fútbol?
No sabemos cúal es la motivación que le ha llevado a trabajar intensamente desde agosto de 2014, tanto en la mejora condicional como en la prevención, para acabar recogiendo los efectos de la supercompensación de estos cinco meses de entrenamientos serios, sin interrupciones lesionales y de otras índoles. O, si es una cuestión de las circunstancias del entorno. Ni lo sabemos, ni lo sabremos, pero el rey quiere recuperar su corona.
Ya lo citábamos en noviembre. Más allá de todos los parámetros estadísticos y número de títulos que rodean al argentino, su mayor carta de presentación en la historia del fútbol es y será su regularidad: “Ser Maradona cada tres días”, o mejor dicho: “Ser la mejor versión posible del mejor Messi o similar, cada tres días”. Así fue, con excepciones claro está, desde finales de 2008 hasta principios de 2013, y, ahora, desde finales de 2014 e inicios de 2015 ha vuelto a la senda de la constancia diaria. Que siga.
La senda del triunfo individual y colectivo. La búsqueda de la divinidad absoluta, mejorando y ampliando el abanico de recursos, ya de por sí muy completa e inagualable. Leo es un futbolista total y siempre lo ha sido, pero en el último año y medio había empeorado en varios de sus registros, sobre todo físico y psicológicos (motivacionales).
En este tiempo de involución, desde 2013 hasta el verano de 2014, no ha parado de regatear, de pasar, de combinar, de asistir, de marcar y de celebrar goles, de mejorar sus lanzamientos de falta, de abarcar más campo, etc., pero no ha sido tan preciso y eficaz como era en antaño, y todo ha sido por un déficil en diversos de sus variables condicionales y de su fuerza de voluntad, producido por aspectos lesionales, circunstancias personales y demás causas.
No perdió el talento innato, su capacidad cognitiva en el fútbol, que le permite entender el juego mejor que nadie y anticiparse a cualquier situación del juego, pero su fuerza manifestada en velocidad no ha sido la misma hasta el día de hoy. En este tiempo, perdió esa aceleración desde estático, con o sin balón, endiablado e imparable en distancias cortas, como también en distancias largas en el cambio de ritmo en carrera. Además, de añadir un desentrenamiento energético (capacidades aeróbicas) que le limititaba su número de acciones a gran velocidad.
Seguramente podría haber sustituido ese déficit físico de fuerza-velocidad y de resistencia, si hubiera tenido la confianza, el deseo de continuar triunfando, el disfrute o que otras circuntancias no le hubieran afectado de tal manera (hacienda, críticas, la directiva, gestión del Tata, el colectivo, etc.). Con su inteligencia táctica, no se le hubiera notado tanto esa involución física. Messi andaba en los partidos, como lo hacia con Guardiola, pero no era lo mismo: no se esforzaba, no presionaba y jugaba con una cierta desgana. En el deporte, tan importantes son las capacidades condicionales y técnico-tácticas, como la fuerza de voluntad (psicológicas) por intentarlo y triunfar.
¿Por qué estamos seguros de esto? Porque el Messi de agosto y septiembre también limitaba sus aceleraciones y sus carreras, pero inteligentemente se acercaba más a la zona de creación y ejercía de centrocampista, asociándose colectivamente y evitando una mayor necesidad de acciones individuales. Es verdad que desde el inicio de liga ya estaba más rápido, pero las sensaciones que desprendía es que tenía ganas de jugar, no como el año pasado, que paseó su cuerpo por varios estadios de España marcando goles, pero sin ser el ser superior de antaño, como un alma en pena. En esto, el equipo también tiene mucho que ver.
Hoy, podemos decir que es Messi con todo lo que el representa, además de que ha vuelto a la banda derecha y es el desequilibrante regateador que era con Rijkaard y en el primer año de Guardiola, pero sumando su desarrollo táctico asociativo y su versión goleadora de los últimos años a ese Leo que era temido por sus fintas y amagos, pero que perdía eficacia al llegar a portería.
Es una mezcla equilibrada e interesantísima, porque antes de extremo no goleaba y en la última etapa de Pep y en el inicio de Tito dejó la banda para momentos oportunos, perdiendo desequilibrio en banda, aunque ganándola individualmente por el centro. Ahora, su rendimiento es óptimo en todas las posiciones. Ejerce una versión ‘anarquista’: lee los partidos, y por donde cree que puede hacer más daño, ahí ataca.
Leo Messi es más futbolista total que nunca. Perfecto como falso 9, como mediapunta, como extremo y como centrocampista, en una misma época. ¿Por qué en una misma época? Porque ahora puede jugar igual de bien en cualquier posición, ya que antes asociábamos al mejor Messi extremo a la época de Rijkaard y al primer año de Pep; el mejor Messi falso 9 a la época de Guardiola y Tito; y el mejor Messi centrocampista y/o mediapunta a la época de Tito y de inicios de Luís Enrique. Actualmente, es un todo en uno.
Omnipresente y poderoso. Su mejor versión estaba llegando y llegó. Su asociación con el colectivo va a más y sus compañeros saben que Leo quiere ganar, que no le pueden fallar. Messi no se casa con nadie que no quiera vencer. No quiere tonterías y si en Can Barça no quieren la victoria día tras día el se hará oír, como lo ha hecho en las últimas semanas, o cambiará de entorno. La divinidad absoluta no se alcanza de forma solitaria, necesita al grupo y él liderará cada victoria.
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